La 1985

La buena literatura no surge en las pompas de jabón que bañan rizos color de sol, no crece en la campiña inglesa, no se alimenta de un gran filete, no está en los salmos, no se emborracha en castillos, no usa un reluciente frac, no brilla con oro, no duerme en palacios, no le gusta el cognac, detestaría un buen funeral.

La buena literatura huele a tierra, se divierte con golpizas y escupitajos, duerme en cuartos de azotea, se baña poco o no se baña, apuesta a los caballos, medio come, vive sola, paga con monedas, se suicida en su punto más alto. La literatura baila con ficheras viejas, alburea, exprime la belleza de los parroquianos de la pulquería "la 1985" con ojos opacos y desesperanzados que para olvidar piden un pulque. Otro pulque. Otro pulque. Otro. 

viernes, 15 de mayo de 2009

No entendí

Es el autobús que no pasa cada que lo necesito,

cuando la tinta ya hizo su trabajo y parpadeo

con el lenguaje de los astutos para amar.

 

Inhalo y me cuelgo de la ceniza negra que corto

cuando no estoy en el juego,

las manos humeantes vuelven sin botín.

 

Y las historias empiezan o bien o mal o 

aburridas o ariscas o un cangrejo

y mucha sal desagrada al mar.

 

Canguros rebotando, machetes locos, espigas

en la Biblia, un imbécil pateando al destino y

el destino pateando un imbécil. ¡Eh al mundo!

 

Los zapatos bailadores de la caja van al cable,

otra vez. Un arrollo con capacidad de varias 

presas ¿se quiere quitar de qué mapa?

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