Es el autobús que no pasa cada que lo necesito,
cuando la tinta ya hizo su trabajo y parpadeo
con el lenguaje de los astutos para amar.
Inhalo y me cuelgo de la ceniza negra que corto
cuando no estoy en el juego,
las manos humeantes vuelven sin botín.
Y las historias empiezan o bien o mal o
aburridas o ariscas o un cangrejo
y mucha sal desagrada al mar.
Canguros rebotando, machetes locos, espigas
en
el destino pateando un imbécil. ¡Eh al mundo!
Los zapatos bailadores de la caja van al cable,
otra vez. Un arrollo con capacidad de varias
presas ¿se quiere quitar de qué mapa?
No hay comentarios:
Publicar un comentario